¿Conseguirá ser ChatGPT el sistema operativo de la IA?

Hay que reconocer que la ambición de la empresa OpenAI creadora de ChatGPT y de su CEO Sam Altman son tan desorbitadas como su propia valoración que roza actualmente los 500.000 millones de dólares, similar al PIB de Noruega, Austria o Israel, lo que la ha convertido en la compañía no cotizada más grande de la historia.  

Ya comentamos que ChatGPT quiere ser la puerta de entrada a Internet, es decir, quiere desbancar al rey de Internet Google. Pero parece como si esto le pareciera poco y ahora también se ha propuesto pasar de ser un chatbot a ser el sistema operativo de la IA. El director de producto de ChatGPT, Nick Turley, lo decía hace unos días en el evento DevDay con estas palabras: «Lo que veréis durante los próximos seis meses es una evolución de ChatGPT, que pasará de ser una aplicación realmente muy útil para convertirse en algo que se parecerá un poco más a un sistema operativo».

La estrategia de Microsoft en los años 80, pero con IA

Para entender la magnitud de lo que OpenAI está intentando, debemos retroceder cuatro décadas. En los años 80, Microsoft no era el gigante que conocemos hoy. Bill Gates, un joven emprendedor, consiguió que IBM eligiera su sistema operativo DOS para los primeros ordenadores personales destinados al mundo empresarial. Lo que IBM no previó es que al permitir que Microsoft conservara los derechos sobre el software, acababa de crear el monopolio tecnológico más lucrativo de la historia.

Windows se convirtió en algo más que un programa: era la puerta de entrada obligatoria para cualquiera que quisiera usar un ordenador. Si querías instalar una aplicación, tenía que funcionar en Windows. Si eras un desarrollador, tenías que crear tu software para Windows. Microsoft no solo controlaba el sistema operativo, sino que determinaba quién podía jugar en el tablero tecnológico y bajo qué reglas.

OpenAI está ejecutando exactamente la misma jugada, pero adaptada al siglo XXI. La diferencia es que, en lugar de controlar el acceso a tu ordenador, quieren controlar el acceso a toda la inteligencia artificial. Y su arma secreta es algo que Microsoft tardó años en conseguir: cientos de millones de usuarios que ya utilizan ChatGPT cada día.

Las aplicaciones dentro de ChatGPT: el ecosistema que lo cambia todo

El movimiento maestro de OpenAI llegó en el reciente DevDay 2025, cuando presentaron algo aparentemente simple pero profundamente revolucionario: aplicaciones que funcionan directamente dentro de ChatGPT. Ya no necesitas abrir Booking,  Spotify, Canva, Expedia o Zillow en pestañas separadas. Ahora puedes pedirle a ChatGPT «Spotify, hazme una lista para mi fiesta» y el chatbot no solo entenderá lo que quieres, sino que creará esa lista directamente en tu cuenta de Spotify, todo sin salir de la conversación.

Inicialmente, solo siete compañías participan en este programa piloto: Booking, Canva, Coursera, Figma, Expedia, Spotify y Zillow. Pero en las próximas semanas se sumarán DoorDash, OpenTable, Target y Uber. Lo fascinante es cómo funciona: puedes mencionar la aplicación directamente si sabes que es compatible, o ChatGPT te sugerirá automáticamente conectar una app cuando detecte que puede ayudarte.

Imagina que le pides a ChatGPT que te ayude a planificar un fin de semana en Barcelona. El chatbot puede buscar vuelos con Expedia, reservar un hotel con Booking, sugerirte restaurantes y hacer las reservas con OpenTable, e incluso crear un itinerario visual con Canva. Todo en una única conversación, sin abrir una sola pestaña del navegador.

La apuesta de un billón de dólares: puerta grande o cementerio

Las cifras detrás de la estrategia de OpenAI son mareantes. En las últimas semanas, la compañía ha firmado contratos que suman más de un billón de dólares:

Estos compromisos, incluso distribuidos en una o dos décadas, son una apuesta que solo se sostiene con un dominio absoluto del mercado. Es literalmente «puerta grande o cementerio». No hay término medio.

El problema es que OpenAI sigue siendo una máquina de quemar dinero. En el primer semestre de 2025 ingresó 4.300 millones de dólares, pero perdió 2.500 millones. Con 800 millones de usuarios activos, la matemática es brutal: los costes de funcionamiento de ChatGPT superan con creces los ingresos por suscripciones de 20 o 200 dólares mensuales.

La compañía espera ser rentable en 2030. Pero para lograrlo, necesita algo más que suscripciones. Necesita convertirse en el Windows de la IA, en la plataforma inevitable sobre la que todo el ecosistema construye. Como dijo Sam Altman: «Algún día tenemos que ser rentables. Pero ahora estamos en fase de inversión».

Las lecciones de la historia: cuando las plataformas se convierten en guardianes

El profesor Enrique Dans lo expresa con claridad: «Las plataformas empiezan como facilitadoras y terminan como guardianas». Hemos visto esta película antes. Microsoft con Windows. Google con las búsquedas. Apple y Meta con sus tiendas de aplicaciones. Todas comenzaron prometiendo abrirnos puertas, y terminaron controlando qué puertas podíamos cruzar.

Cuando ChatGPT sugiere qué aplicación usar, ¿quién decide cuáles aparecen? Zillow es hoy el socio inmobiliario exclusivo de ChatGPT. Pero ¿qué pasará cuando lleguen los competidores? ¿La ubicación dependerá del mérito técnico o de quién pague más? La historia del SEO y la publicidad en Google sugiere que eventualmente se convertirá en una subasta. Solo que esta vez no habrá una página de resultados que analizar. La decisión se tomará de forma invisible, en el flujo de una conversación.

La burbuja que podría cambiarlo todo

Estamos claramente en territorio de burbuja. La cuestión no es si hay una burbuja, sino qué infraestructura duradera quedará cuando algunas empresas quiebren. La diferencia crucial es que Altman tiene usuarios reales usando el producto cada día. Eso es lo que los CEOs de la puntocom no tenían. Microsoft tardó una década en igualar la superioridad técnica del Mac de Apple, pero la base instalada de DOS hacía irrelevante esa ventaja técnica. ChatGPT ya tiene esa posición privilegiada. Y OpenAI está en crecimiento explosivo, no en declive.

El analista Ben Thompson de Stratechery lo resume: OpenAI está ejecutando la jugada de Microsoft en los años 80 y 90, pero lo está haciendo mucho más rápido. Primero agregaron usuarios en masa con ChatGPT. Ahora están consiguiendo desarrolladores gratis para su plataforma. Es el ciclo virtuoso perfecto: los usuarios atraen a los desarrolladores, los desarrolladores mejoran la plataforma, la plataforma mejorada atrae más usuarios.

El duelo de gigantes: OpenAI contra Google

Curiosamente, hay un Apple en esta historia. Es Google, con su stack completamente integrado: desde chips propios hasta centros de datos, modelos de IA y canales de distribución al usuario final. Pero en lugar de enfrentarse a una colección dispersa de competidores, Google se encuentra frente a un ecosistema cada vez más unificado, organizado, lo quieran o no, alrededor de OpenAI.

Google tiene ventajas significativas: décadas de experiencia en infraestructura, sus propios procesadores TPU desarrollados desde hace una década, integración profunda con Android y Chrome, y miles de millones de usuarios. Pero OpenAI tiene algo que Google tardó años en construir: la preferencia del usuario. La gente ya no solo busca en Google, también pregunta a ChatGPT. Y cada vez más, prefieren la conversación natural sobre los enlaces azules.

La pregunta del billón de dólares

La apuesta de OpenAI es la más grande de la historia de la tecnología. O se convierten en el Windows de la IA, capturando valor en cada capa del ecosistema tecnológico, o colapsan espectacularmente arrastrando consigo a docenas de empresas asociadas y billones de dólares en valoración bursátil.

Los próximos años serán definitorios. Si OpenAI logra consolidarse como la plataforma inevitable, habremos asistido a la creación de uno de los monopolios más poderosos de la historia. Si fracasan, la explosión de la burbuja podría hacer parecer pequeña la crisis de las puntocom.

Pero hay una tercera posibilidad que debería preocuparnos aún más: que OpenAI tenga éxito en convertirse en el sistema operativo de la IA sin la transparencia, la interoperabilidad y la competencia necesarias para proteger a los usuarios. Si no insistimos en ellas ahora, podríamos encontrarnos viviendo dentro de la caja negra más poderosa jamás construida».

La pregunta ya no es si ChatGPT quiere ser el sistema operativo de la IA. La pregunta es si conseguirá serlo antes de que se agote el dinero, estalle la burbuja o los reguladores intervengan. Y si lo consigue, si estaremos preparados para vivir en un mundo donde una sola empresa controla el acceso a la inteligencia artificial generativa.

Desde Gana Inteligencia, los expertos en IA, te iremos informando. No dudes en consultarnos si necesitas conocer la mejor herramienta de IA para tu profesión o negocio.

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